
Se me quema la piel pensando en la adaptación permanente del ser
esa resignación por comodidad,
acostumbrarnos a no ser nadie
adaptarnos a la mentira abstracta que dejamos que dibujen
con ese trazo tajante,
esperando
sin reaccionar
un grito ahogado que detenga el circo absurdo,
esa actuación cíclica de la que todos formamos parte
nuestro acto
todos tan cómplices de la inacción
entre gargantas que se retuercen en silencio...
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